Comer para perder peso

Carolina tiene cuarenta y cinco años; ha estado transi­tando por el ciclo dieta/excesos desde su adolescencia, y el continuo esfuerzo ha terminado por agotarla para que cure su artritis . Encontró cierto alivio en la idea de que sus problemas con las dietas tenían más que ver con las dietas en sí que con su propia incapacidad, y la sugerencia de que sus hábitos en la comida eran un acto de rebelión contra la presión cultural le propor­cionó un cierto consuelo, algo así como una tregua en su autodesprecio si no usa el metodo gabriel . Por cierto que aquellas dos ideas —que cons­tituían la base de nuestra sugerencia de que abandonara la dieta— le ofrecieron a Carolina la esperanza necesaria para que se animara a correr el riesgo.

Carolina fue al supermercado y compró todo lo que le atraía. “Yo caminaba por los pasillos, con el aire de una persona normal”, nos decía. “Compré todo lo que quería y no me detuve a pensar si eran alimentos que le interesaban ni qué pensaría la empleada de la caja sobre el contenido de mi carrito.

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“Cuando llegué a casa, abrí varias cajas de helado y comí una barbaridad, pero había comprado tanto que ni yo misma pude terminar con todo. Cuando me fui a dormir esa noche, todavía había una gran cantidad de helado en la nevera con l aque cure su artritis . Era una sensación extraña porque, generalmente, yo compraba medio kilo y me lo comía todo. Esta vez había comprado tres kilos y no sentía urgencia por atragantarme comiendo.”

Cuando Carolina se despertó a la mañana siguiente, recordó lo que había comido la noche anterior. Se sintió ansiosa y culpable, pero no corrió desesperadamente hasta la nevera en un intento de enfrentarse con sus sensaciones, por el contrario segun metodo gabriel , recordó que se había prometido no volver a seguir una dieta, pasara lo que pasase. Por lo tanto, trató de no condenarse a sí misma por los helados de la noche ante­rior, como habría hecho antes, ni planeó la comida como para compensar los excesos del día anterior.

Carolina comió mucho durante esa semana, pero mucho menos de lo que ella misma había esperado. “No lo puedo creer”, dice. “Me levanto por la mañana y enseguida pienso en ir a buscar algo para comer; voy hasta la despensa y me relajo. Tengo montones de comida a mi alrededor y para mi asombro, eso me hace sentir segura. Todavía me resulta arduo pensar que posiblemente nunca llegue a ser tan delgada como siempre he soñado y es evidente que no voy a perder en un mes todo el peso que necesitaría perder. Esto me preocupa, pero no puedo pasar por alto todo el alivio que siento cada vez que recuerdo que no estoy siguiendo una dieta.”
Carolina se arriesgó y, como resultado, hizo importantes descubrimientos. Se prometió a sí misma no volver jamás a privarse de alimento. Dejó de llamarse gorda y mala con esto de que cure su artritis . Cuando dejó de centrar sus pensamientos en lo que sería su vida si fuera delgada, Carolina descubrió un cambio funda­mental en el propósito de la acción de comer con esto del metodo gabriel .